Celebramos la vida invisible bajo nuestros pies

Celebramos la vida invisible bajo nuestros pies

julio 7, 2023 0 Por Jose Luis Heredia

Ing. Agr. María Beatriz, “Pilu” Giraudo (Red de Mujeres Rurales y Aapresid) y Agr. En g. Pablo «Patuco» Méndez (Casafe)

Desde hace casi 60 años, el Día Internacional de la Conservación del Suelo se celebra todos los años el 7 de julio. Este día fue elegido en honor al científico estadounidense Hugh Hammond Bennett, quien dedicó su vida a demostrar que el cuidado del suelo incide directamente en su capacidad productiva. Como dijo, “la tierra productiva es nuestra base porque todo lo que hacemos parte y se sustenta con la sustentabilidad productiva de nuestras tierras”.

Ya se sabe que el suelo es el lugar donde todo comienza, el lugar donde se cumplen las funciones de vida para el planeta y la humanidad. Todo lo que sucede en la tierra tiene un efecto dominó en este dispositivo casi perfecto que se está fabricando. Por ejemplo, en los últimos años el suelo ha sufrido por falta de agua; estos períodos de sequía intensa tienen un impacto en la producción de alimentos.

Este día es una oportunidad para reflexionar sobre la importancia de preservar nuestras tierras de cultivo. De la misma manera, se debe resaltar la vida y la estructura dentro de ella y cómo afectan su salud y productividad.

Más que apoyo
El suelo solo puede entenderse como un soporte para el desarrollo de las plantas, pero es mucho más que eso. Es un ecosistema vivo y dinámico. Su estructura, formada por partículas minerales (arena, arcilla y limo), materia orgánica, agua y aire, es fundamental para el crecimiento vegetal y la sostenibilidad de nuestros sistemas agrícolas. La estructura del suelo proporciona poros y canales para la circulación del agua y el aire. Esto permite que las raíces de las plantas accedan a los nutrientes y respiren. Esto a su vez afecta su capacidad para retener agua. De esta forma, se mitigarán los períodos de sequía e inundaciones, se evitará la erosión y se promoverá el uso eficiente del agua en la agricultura.

No se puede ver desde la distancia.
No se puede ver desde lejos, ni siquiera a simple vista, pero hay algo más en el suelo: microorganismos. Hay más microorganismos en una cucharada de tierra que los habitantes de nuestro planeta. Son organismos diminutos como bacterias, hongos, actinomicetos y otros. Aunque son pequeños, juegan un papel vital en la salud y fertilidad del suelo. Una de sus tareas, por ejemplo, es descomponer la materia orgánica para reciclar nutrientes clave para el crecimiento de las plantas y mantener el equilibrio del suelo.

Asimismo, algunas de las bacterias del suelo tienen la capacidad de unir el nitrógeno atmosférico y convertirlo en formas utilizables por las plantas. Esto reduce la dependencia de los fertilizantes químicos, las emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye a la salud del suelo y del medio ambiente. Mientras que otros microorganismos actúan como agentes de control biológico. Esto significa que combaten los patógenos y protegen a las plantas de enfermedades. También actúan como estimuladores silenciosos del crecimiento.

Finalmente, y esto es muy importante, los microorganismos son la clave para la salud de la estructura del suelo. Con su actividad biológica, ayudan a mejorar la agregación de partículas y su capacidad para retener agua y nutrientes. Contribuyen a crear un entorno favorable para el desarrollo de las raíces y se convierten en potentes estimuladores del crecimiento.

Sí, el suelo es donde todo comienza y lleva muchos años formarse pero muy poco tiempo destruirlo. Hace más de 30 años, nuestro país decidió romper el antiguo paradigma de la degradación e ir en la dirección contraria: hacia la restauración y regeneración de tierras. Con la naturaleza como guía, manejo de tierras sin desbroce, cobertura permanente -preferiblemente viva todo el año- y rotación de cultivos. También utilizando y manejando nuevas y mejores tecnologías que combinen la biología, la química y la ciencia en su más amplio espectro para la evolución y mejora continua.

El suelo es fundamental para la seguridad alimentaria, para la gestión eficiente del agua, como almacén de carbono y reservorio de biodiversidad. Los sistemas basados ​​en la agricultura de hoja perenne y sin labranza son la base para la producción de biomasa para alimentos, bioenergía, productos biofarmacéuticos, materiales de construcción y mucho más. Nos ayudan a luchar y adaptarnos al cambio climático, desarrollar resiliencia y aumentar la producción en cantidad y calidad con una menor huella ecológica. ¡Una vida mejor para todos!

Hoy podemos ser parte de un hito en la historia de la humanidad “¡entregar la tierra a las próximas generaciones en mejores condiciones de las que la conseguimos!”.