FADA (Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina) volvió a medir la participación del Estado en la renta agropecuaria y reveló que de cada 100 dólares 74,60 se destinan a impuestos. “Si lo medimos para aquellos productores que arriendan los campos, los impuestos se llevan más del 100% de la renta”. Este efecto se da en un año en que la producción en campos arrendados provocó pérdidas en gran parte de las regiones productivas”, advierte David Miazzo, economista jefe de FADA.
Las principales razones de la alta tasa son la sequía y los precios internacionales más bajos.
La medida de junio de 2023 muestra una participación de los impuestos sobre la renta agrícola del 74,6% para un promedio ponderado de los cultivos de soja, maíz, trigo y girasol. En otras palabras, por cada $100 de ingresos (valor de producción menos costos) generados por una hectárea agrícola, $74,60 representan varios impuestos nacionales, provinciales y municipales.
Mientras que el promedio nacional ponderado de la cosecha es del 74,6%, la participación del estado en soja es del 83,5%, maíz del 69,7%, trigo del 57,9% y girasol del 63,7%. Aquí conviene aclarar algo sobre la construcción de este indicador, la metodología considera que el ingreso es el resultado de restar los costos de producción, comercialización, transporte, administración y seguros al valor de la producción en precios internacionales. Esta renta se reparte entre los impuestos, el resultado de la producción y la renta de la tierra. Por eso, desde el punto de vista del arrendatario, donde la renta de la tierra es un costo, el Estado se lleva más del 100% de la renta en un año cuando la producción genera pérdidas.
El índice de junio es 13,1 puntos porcentuales superior al de junio de 2022, que alcanzó el 61,5%, debido a menores rendimientos por sequía y heladas que afectaron la cosecha y menores precios internacionales al de junio de 2022, que fue impulsado por la guerra entre Rusia y Ucrania.

Por otro lado, existen dos factores principales que limitaron el aumento del índice, el cual pudo haber sido mayor en el contexto del clima que afectó la producción. El primero de ellos fue la caída del valor en dólares de gran parte de los productos fitosanitarios y fertilizantes. El segundo factor fue el rezago de las tarifas de transporte y mano de obra con respecto a la inflación, impulsado por la baja producción, lo que trae consigo una baja demanda de estos servicios.
En el último año, el indicador aumentó para la soja del 68,4% al 83,5%, el maíz del 53,9% al 69,7%, el trigo del 50,4% al 57,9% y el girasol del 44,8% al 63,7%.
Debido a la estructura tributaria que grava la producción agrícola, un evento adverso como una sequía, en lugar de reducir la carga tributaria, la aumenta. Esto es consecuencia de que el impuesto de mayor participación es el derecho de exportación, que no tiene en cuenta las caídas de rentabilidad al actuar sobre el precio bruto. Así, a medida que empeora la sequía, aumenta la participación de los impuestos sobre la renta.
En esos momentos, se destacan dos problemas principales del sistema tributario. Por un lado, el federalismo fiscal, porque con una caída tan profunda de los ingresos desaparecen los copagos como el impuesto a la renta y se mantienen los impuestos no compartidos, como los derechos de exportación y el impuesto a los créditos y débitos. Por otro lado, el problema de no tener una cuenta tributaria unificada y que los saldos de varios impuestos se mantengan estancados y se queden en la AFIP, generando costos para los fabricantes. En particular, se refiere a los saldos técnicos de IVA, que, en momentos de grandes quiebras, las empresas agropecuarias acumulan montos millonarios de saldos técnicos de IVA en la AFIP, en un año en que muchas de ellas ni siquiera podrán hacer frente a sus deudas.
federalismo fiscal
La participación del Estado del 74,6% consiste en impuestos nacionales, provinciales y municipales. Los impuestos nacionales indivisibles representan el 74,9% del total de impuestos que enfrenta una hectárea agrícola en Argentina. La composición central de estos impuestos son los derechos de exportación, a los que se suma el impuesto sobre los créditos y débitos bancarios.
El impacto de la sequía en la reducción del impuesto a la renta está provocando que los impuestos no compartidos suban, llevándose 3 de cada 4 pesos que la producción agrícola aportará en impuestos este año, un récord, al menos desde que FADA lo midió.
