El trabajo fue presentado por dos de sus autores, Leticia Tuninetti, especialista en análisis de ciclo de vida del INTI, y Rodolfo Bongiovanni, investigador del INTA Manfredi. Fue en el panel “¿Tenemos el maíz con mejor balance de carbono del mundo?” moderado por Pedro Vigneau, presidente de Maizar, y Fernando Vilella, presidente del Congreso Maizar 2023.
Un estudio elaborado en conjunto por INTA e INTI y solicitado por ambos organismos por Maizar determinó que en la campaña 2021-2022 el maíz produjo 1.246 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por hectárea, es decir 0,178 kilogramos de dióxido de carbono equivalente por kilogramo de maíz. cosechado Es un promedio ponderado entre maíz temprano y tardío, con tendencias muy similares en ambos casos.
El estudio encontró que las emisiones de la fertilización y la producción de fertilizantes tienen el mayor impacto: más del 50% entre los dos. Las emisiones de residuos vegetales, producción de herbicidas y combustibles también son altas.
La siembra directa tuvo un nivel de adherencia del 91% en la campaña estudiada. Si se hiciera al 100% bajo este sistema, la huella bajaría de 0,178 a 0,177 por kilogramo de maíz, y si solo operara el sistema convencional, la huella aumentaría en un 4%, de 0,178 a 0,185.
Por otro lado, considerando el transporte portuario (se consideró unos 200 km), el impacto aumenta en un 13%, de 0,178 a 0,204. Leticia Tuninetti, especialista en análisis de ciclo de vida del INTI y una de las autoras del trabajo, informó al respecto.
Rodolfo Bongiovanni, investigador del INTA Manfredi y coautor del estudio, dijo que Argentina tiene una huella mucho menor si se toman como fuente las bases de datos de otros países. En el caso de Brasil, la huella es de 0,264 si se considera la base de datos Ecoinvent y de 0,324 si se considera la base de datos Agrifootprint. Esta última consultoría también midió una huella en China de 0,411; de Estados Unidos, 0,277; de la India, 0,614; de Rusia, 0,545; de Ucrania, 0,328; y de Vietnam, 0,528. La huella media mundial de Ecoinvent es de 0,526.
La huella de Argentina también se comparó con una investigación publicada en el Journal of Cleaner Production por un equipo dirigido por Tomáš Němeček, que encontró que la huella global es de 0,451 por kilo. En este sentido, la huella de Argentina es un 61% menor que la del mundo.
Otro hallazgo fue que la huella de carbono actual del maíz argentino fue un 22% inferior a la de un estudio realizado en el país hace una década con la misma metodología, que estableció un valor de 0,229, aunque cabe señalar que esto representa una comparación. de dos fotografías, que pueden verse afectadas por el diferente rendimiento de cada campaña.
Según explicó Tuninetti, la metodología de trabajo fue el análisis de ciclo de vida, que consiste en cuantificar los impactos ambientales potenciales a lo largo de todo el proceso relacionado con el producto, desde la extracción de la materia prima, la producción y el uso de energía hasta la disposición final. Esto quiere decir que no es solo una hectárea o un sector fase, sino todos los insumos, todos los transportes, todos los tipos de energía utilizados.
Además, se tuvieron en cuenta tanto las emisiones como la remoción de carbono. Para ello, se basaron en la serie de normas ISO 14.040, que incluye la 14.040 “Evaluación del ciclo de vida: Principios y marco de referencia” y la ISO 14.044 “Evaluación del ciclo de vida: Requisitos y lineamientos”, así como la ISO 14.067 “Norma para el cálculo de la huella de carbono de los productos y su comunicación».
Además, investigadores del INTA y del INTI complementaron estos estándares con las directrices del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de 2019, las cuales son utilizadas por todos los países que reportan sus inventarios nacionales y en las que se basan las ecuaciones, algunos factores y el método de cálculo.
Para el trabajo se calcularon las emisiones de varios gases de efecto invernadero (GEI) durante el ciclo de vida del maíz. De los muchos gases de efecto invernadero, los que se emiten en mayor proporción en este tipo de procesos son el dióxido de carbono (que es el gas de referencia); entre otros metano y óxido nitroso. El metano es 28,9 veces más dañino que el dióxido de carbono y el óxido nitroso es 273 veces más dañino que el dióxido de carbono. Para la medición se utiliza un único indicador: dióxido de carbono equivalente (es decir, no solo se cuenta el dióxido de carbono, sino también otros gases de efecto invernadero).
Para el estudio de la huella se utilizaron los datos proporcionados por Grain Exchange para el ciclo agrícola 2021/2022. «Es una foto de la campaña 2021/22; el objetivo es medir varias campañas más para que podamos medir la tendencia de la huella de carbono del maíz en Argentina”, explicó el investigador. La superficie sembrada de maíz en este ciclo fue de 7,44 millones de hectáreas y se tuvo en cuenta tanto el maíz temprano como el tardío. Y se consideró el porcentaje de participación de los fabricantes de alta, media y baja tecnología para cada región geográfica. Se evaluaron 48 huellas de carbono con respecto a cada nivel tecnológico en cada región, luego al nivel de cada región y finalmente con 16 regiones para determinar la huella de carbono de Argentina.
En todos los casos se ponderó de acuerdo al área sembrada, debido a que las regiones no aportan la misma participación. Asimismo, se tuvieron en cuenta los stocks de carbono iniciales y los regímenes de precipitaciones, que afectan a las emisiones indirectas.
Para el análisis se elaboró un inventario ambiental, teniendo en cuenta todo lo que se hace en la hectárea para finalmente obtener el maíz cosechado. Durante la siembra se evaluó la proporción de directa y convencional, la cantidad de combustible diesel, el número de semillas sembradas por hectárea y la fertilización. Esta última se considera la parte más importante del inventario, ya que la fertilización nitrogenada genera emisiones de nitrógeno que, convertido en óxido nitroso, tiene un efecto invernadero muy fuerte. También se investigaron herbicidas, fungicidas e insecticidas y trabajos (por ejemplo, fumigación o autocosecha).
Cada elemento del inventario se multiplicó por un factor para determinar cuántas emisiones produjo. Además, se han tenido en cuenta tanto las emisiones que ya han llegado con la entrada como las emisiones que genera esta entrada.