Bajo el lema «¿Intercambiar vacas o cambiar sistemas de producción?», Esther Donkersloot, genetista del LIC de Nueva Zelanda, comenzó midiendo el desempeño de cada animal para obtener información clave para seleccionar pedigríes que puedan contribuir al reemplazo en rebaños que puedan producir mejores hijas que sus madres. Una combinación de pedigrí, genotipo, ambiente, manejo y ganancia residual es la manera de medir el desempeño en cualquier lechería.
La eficiencia es clave, por lo que la inversión debe estar orientada hacia un objetivo específico que no puede cambiar todo el tiempo.
La ganancia genética se mide por la intensidad de la selección, la heredabilidad, la variación fenotípica, la aptitud y la precisión de los datos durante un intervalo genético en años, generación tras generación.
La heredabilidad está dada por rasgos de producción con alta transmisión y los rasgos de fertilidad son bajos porque hay muchos genes con poca variación.

Existe una correlación negativa entre el volumen de leche y la fertilidad, por lo que se hace un esfuerzo de equilibrio hacia la ecuación económica correcta.
El patrón de herencia se divide en dominancia, dominancia incompleta y recesiva. Estos son los elementos que se deben tener en cuenta a la hora de construir un programa genético. La mejora del rebaño se basa en la reproducción seguida de vacas seleccionadas en producción y aprovechamiento de toros que dan como resultado terneros. Cuanto mejor sea la gestión, mejores serán los resultados como granja lechera.
Ocho áreas clave en la reproducción incluyen el método de parto, el manejo del establo, la condición corporal y la nutrición, la detección del estro, el parto, la genética, la salud de las vacas y las prácticas de inteligencia artificial. Este control determinará el éxito del programa genético.
En Nueva Zelanda, los nacimientos son estacionarios y se revisan después de seis semanas con controles estrictos para evitar que se descarten por nacimientos tardíos. Cabe señalar que la tasa de heredabilidad en la fecundidad es del tres por ciento, por lo que se agregan datos predictivos que funcionan con aquellas fecundidades que elevan el promedio al nueve por ciento.
Quienes manejan mal el tema de la reproducción terminan preñando al toro directamente, pero con menor calidad genética que si se tratara de parto asistido. El mejor manejo reproductivo permite y demuestra un mejor trabajo en la lechería.
El nivel de progreso genético está determinado por el sexo del espermatozoide para acortar el intervalo generacional, e incluso en hembras no orientadas al reemplazo, se insemina con material cárnico, lo que además de la reproducción mejora la salud animal, reduce la mortalidad y se puede avanzar una mejor forma de control de leche, verificación de paternidad, peso, genotipo.
El especialista explicó que “la genética es algo que está al alcance del productor, pero es un trabajo a largo plazo y acumulativo”. El progreso en cada rasgo es diferente, pero todos pueden mejorarse, por lo que el rendimiento económico se traduce en un balance lechero.
Horacio Larrea, genetista y representante de Semex, expuso las bases para entender que las vacas deben adaptarse a los modelos de producción.
Las variables que inciden en la ecuación económica lechera son la geografía, el clima, las condiciones de manejo, el acceso a la tecnología, el financiamiento y la sustentabilidad ambiental. Los modelos son muy variables y la gestión es garantía de éxito.
“El gran dilema que hay que definir es qué definir el programa genético”, considerando que la selección debe comenzar lo antes posible para cubrir lo mejor posible los próximos diez años. Lo básico es entender el nivel de comodidad que estará disponible para las vacas. Las vacas de alto rendimiento no pueden sobrevivir sin comodidad y esto es lo que crea la sostenibilidad económica en la lechería.

Las vacas de alta conversión necesitan un cuidado adecuado para justificar el pago por litro, e incluso el manejo debe hacerse de acuerdo con el costo reproductivo de ese animal. Los sistemas de pastoreo todavía requieren rasgos rústicos para resistir las condiciones naturales, por lo que cuanto más come, más se convierte.
No se pueden seleccionar muchas propiedades al mismo tiempo, por lo que se debe realizar una planificación específica para mostrar resultados. Los rasgos de producción se correlacionan negativamente con los rasgos de salud y el estrés por calor.
La mejor correlación entre rasgos de tipo y salud-fertilidad es el índice de condición corporal. Una vaca flaca deprime el sistema inmunológico y abre la puerta a la mayoría de los problemas. Mientras se mueva sin problemas, tiende a vivir más tiempo, con mejor salud y reproducción.
La combinación de genética y manejo ha producido avances históricos en la productividad animal, especialmente desde la década de 1990. “La presión de selección es un factor clave para aumentar aún más la rentabilidad de las granjas lecheras en los próximos años. ¿A qué vaca le daremos oportunidad de usar todos los chiches que podamos comprar? Cuando consideramos que las hijas deben ser mejores que sus madres”, especialmente cuando los avances en el estudio de la genómica avanzan cinco veces más rápido que la genética.
Con semilla sexada, se garantiza que las mejores hembras pueden tener un 90 por ciento de mejores hijas que ellas. A partir de esto, el enfoque debe estar en la eficiencia de conversión y la resistencia a enfermedades.
Elida Thiery, especial para todos los aggro