Agustín Quiroga es un técnico que asesora un campo de 650 hectáreas en Los Toldos (BA). En las últimas cuatro campañas hubo una fuerte presión tanto de nabos resistentes al 2,4D como al glifosato, con nacimientos durante todo el ciclo de cultivo. Para solucionar este problema decidió plantar soja resistente al glufosinato de amonio en la campaña 2021/2022. El objetivo es tener más herramientas para controlar las malas hierbas difíciles sin sacrificar el rendimiento.
El uso de LIFELINE®, el herbicida de postemergencia de UPL Argentina para el control de malezas de hoja ancha y gramíneas en cultivos resistentes al glufosinato de amonio, fue clave para lograr este objetivo. “Utilizamos este producto para el control de nabos y los resultados fueron sorprendentes”, destaca Quiroga. Y para llegar a esta conclusión categórica, primero dejó sin aplicar un área de control para comparar la efectividad de los herbicidas. “Pudimos notar que en la zona donde no se aplicó, la maleza se apoderó de los frutos y semillas, lo cual es un problema para el año siguiente ya que el banco de semillas sigue aumentando. Por otro lado, en el resto del campo donde se utilizó LIFELINE®, verificamos que el ciclo se cortó a tiempo y el banco de semillas de las malezas problemáticas se redujo significativamente. El resultado es excelente”, subraya.
Germán Llanos, responsable de desarrollo de mercado en la zona norte de UPL Argentina, dice que, en este contexto de malezas complejas, un solo producto o herramienta ya no es suficiente para controlar la alta presión. “Hay que pensar en estrategias de gestión integrada. Y esto incluye no solo la alternancia de modos de acción, sino también acciones superpuestas -solapamiento de herbicidas- que incluyen el uso de herbicidas residuales, la rotación de cultivos y la posibilidad -si es posible- de incorporar cultivos de cobertura para lograr un puente verde que detenga la aparición de diferentes malas hierbas», señala.
Según el especialista, Lifeline (glufosinato de amonio 28% SL) es una herramienta fundamental para el control de malezas en soja resistentes al glufosinato de amonio. “Su colocación puede ser en estrategias de doble golpe, de 7 a 10 días después de aplicar un gramicida (como Celebrate o Select de UPL) o cualquier hormona que el productor quiera aplicar para problemas de malezas de hoja ancha”, explica. Además, añade, “la recomendación de postemergencia va de V2 a V4, donde podemos hacer el registro sin tener problemas de fitotoxicidad del cultivo”.
A 400 kilómetros de Los Toldos, en Landeta (Santa Fe), la experiencia LIFELINE® fue igualmente exitosa, aunque con diferentes condiciones y malas hierbas. “Nuestro mayor problema es el sorgo de Alepo y específicamente en la soja yuyo rojo y rama negra”, dice Federico Abadie, asesor de cultivos de Camurri SA.
Como en el caso anterior, el problema se resolvió utilizando nuevas tecnologías en la siembra de soja resistente al glufosinato de amonio y controlando con LIFELINE® suplementado con 2,4D. “Tenemos que decir que Lifeline lo ha hecho muy bien. Decidimos sembrar diferentes variedades de soja resistentes al glufosinato de amonio para conocer el potencial de rendimiento de cada material y también para evaluar el estado sanitario. Realizamos controles en diferentes etapas del cultivo y verificamos que el rendimiento fuera excelente; No notamos filtraciones y el lote llegó limpio y en excelentes condiciones para la cosecha”, resume el técnico.
Juan Pablo Colomba, responsable de desarrollo del mercado del sureste de Córdoba para UPL Argentina, dice que Lifeline es una herramienta que contribuye al manejo estratégico de malezas y no interfiere con el uso de herbicidas residuales o preemergentes.
“Desde la UPL recomendamos la gestión integrada; no aislar en acciones individuales, sino combinar prácticas culturales con herbicidas con diferentes mecanismos de acción y agregar tecnologías como la que le da al cultivo resistencia al glufosinato de amonio”.
Para optimizar el efecto de Lifeline, los técnicos dicen que la aplicación debe ser en el momento de mayor insolación, para que las malas hierbas estén en proceso de crecimiento activo, siempre acompañadas de sal de colina 2,4D. La dosis recomendada es de 2 l/ha + sulfato de amonio.